El propósito de éste documento es realizar una aproximación a la realidad y naturaleza entre ambas tipologías, señalando las diferencias que caracterizan a cada una de estas armas y a que se debe principalmente la utilización incorrecta en muchos casos y de forma tan generalizada de ambos términos.
La principal confusión entre la utilización de ambos términos, ôdachi y nôdachi, sobre todo en occidente y por el mal uso generalizado de la palabra nôdachi como referencia a una espada de gran tamaño, viene especialmente fundamentada por la interpretación inadecuada de sus orígenes etimológicos y la definición que por costumbre se ha ido dando a estas piezas.
La traducción literal de ôdachi es la de gran espada. Como ya he adelantado es muy frecuente, casi como norma, la confusión del uso de esta palabra a favor de la más conocida y extendida y no
sólo por el neófito sino también entre algunos iniciados, con el término nôdachi que literalmente se traduciría como espada de campo/batalla (siendo un término de interpretación bastante amplio).
En tal caso, nôdachi es un término que se suele utilizar con demasiada frecuencia y de forma categórica de manera inapropiada para designar al ôdachi.
La "O" 大 significa gran o grande. Los caracteres de “Da” 太 y de "Chi" 刀, se corresponden con los antiguos caracteres utilizados para designar al tachi precedente de la katana de menores dimensiones hacia la que evolucionó en usos
y formas y que se designaba por medio del ideograma 刀, que también es el mismo que se utiliza en la palabra nihontô, espada japonesa.
Se puede considerar que una espada está dentro de la tipología de ôdachi 大太刀, cuando su longitud es superior a la medida japonesa de tres shaku de
nagasa, que sería a partir de los 90,9 cm de la zona con filo sin contar el nakago o espiga de la hoja.
En esta clasificación hay que ser extremadamente cuidadosos, porque como prácticamente en todo lo que concierne a la cuestión muchas veces obsesiva de la catalogación historiográfica en grupos perfectamente definidos en el que el estudio histórico y artístico pretende siempre aglutinar a objetos de una naturaleza, morfología o estética similar, ya que la realidad ni fue ni es tan tajante, aunque tal método nos permita la posibilidad de un estudio más estructurado y ordenado. Sin embargo, al igual que muchos términos que se refieren al arte de la espada japonesa, no existe una definición exacta de las medidas de ôdachi, pues la cuestión es mucha más compleja como para reducir tal estructuración a unos determinados guarismos, siendo además extensiva a otras tipologías como wakizashi excesivamente largos, ô-wakizashi, tachis especialmente cortos, kodachi, y un largo etcétera. Por lo tanto la flexibilidad interpretativa ha de ser adecuada a cada hoja en concreto.
Partiendo de estas premisas, de las especificaciones y particularidades nombradas a la hora de considerar la clasificación de una espada dentro de un género u otro, el ubicar el punto cronológico donde se hallaría el origen del primer ôdachi es tarea complicada, pues estas tipologías no surgen de la noche a la mañana sino que están sujetas a una evolución progresiva fruto del devenir de los acontecimientos históricos y de los acontecimientos propios de cada época.
Se considera que el ôdachi puede datarse por primera vez dentro del siglo quinto. Prueba de ello es la existencia de una espada de 117 cm hallada bajo un montículo en la región de Kumamoto. Otro
ejemplo también dentro del mismo periodo cronológico es de una hoja que presenta una longitud de 137.9 cm, que fue encontrada en similares condiciones bajo otro montículo en Tochigi.
Aunque de forma generalizada suele creerse que este tipo de espadas son heredadas de los dioses del panteón shinto que aparecen en las narraciones mitológicas, lo cierto es que estas piezas de
gran tamaño están datadas en este siglo, no existiendo muestras anteriores a estas. De hecho, y como ejemplo significativo y reseñable, la espada procedente de la mitología japonesa, llamada
Hutsunomi-Tamano-Tsurugi, que se conserva junto al templo de Kashima Ibaraki, y que según se narra fue entregada al emperador por un dios para poner fin a una rebelión, según estudios e
investigaciones ha quedado demostrado que tal pieza fue forjada durante el periodo Heian y por tanto la mitificación de que la espada que se conserva es la legendaria queda completamente
desmentida, siendo la realidad que la que actualmente se conserva es una reproducción realizada durante este periodo a imagen y semejanza de la descrita en la narración mitológica.
No obstante y a pesar de los posibles y existentes datos históricos, y de otros algo más difusos en los que historia y mito se diluyen, la creencia popular insiste en creer que tales espadas tan majestuosas tienen por necesidad que ser descendientes de los dioses, pues su aspecto poderoso, contundente y sobrecogedor en sus dimensiones, sólo pueden explicarse a través de su concepción para ser usadas por divinidades y de ahí se deriva que tales hojas ôdachi, sean consideradas como elementos votivos dignificantes de tales deidades sin demasiadas atribuciones funcionales más allá de estas puramente ceremoniales, mostradas en los templos shintoistas como fervientes muestras de respeto y adoración.
Aunque es evidente que tales dignidades hacia las deidades están expresadas a través del respeto hacia estas espadas, sería arriesgado pensar que son las únicas premisas bajo las que fueron concebidas y por las cuales puede justificarse su existencia.
Si bien como se ha apuntado este tipo de piezas tiene un importante y destacado papel como ofrendas a un determinado dios, un templo o una figura legendaria, acompañadas en multitud de ocasiones de un sutra repetido como jaculatoria para obtener el beneficio y buen augurio de cara a un batalla, sus usos y destinos tuvieron además otros papeles mucho más pragmáticos.
Indudablemente fueron utilizadas como arma y ejemplos fehacientes de ello se pueden encontrar en la narraciones épicas como el Heike o el Taiheiki, en las que
además de aparecer y contar su especial y eficaz uso contra la caballería, en ocasiones son descritas con una brillante retórica y un gran detalle en las que cada cual puede imaginarlas
perfectamente sin tan siquiera haberlas visto.
En ocasiones y según ciertas hipótesis, cuando se consideraba que estas hojas eran demasiado largas y poco manejables incluso entre varios hombres, podían llevarse
también al campo de batalla pero con una función más simbólica que práctica, como muestra de poder de un clan como si de un estandarte se tratase; no obstante tales conjeturas no pueden
certificarse ni por fuentes escritas ni por imágenes que lo corroboren con total seguridad. Esta utilización de la gran hoja como imagen de poder es extensible a la figura del maestro forjador,
pero en este caso las connotaciones estarían más relacionadas con su destreza y habilidad en el forjado, algo que indudablemente le reportaría un beneficioso prestigio.
Por último, no se debe dejar de señalar que la utilización de tales morfologías sobredimensionadas son fruto de un proceso
evolutivo que es una constante en todo el desarrollo histórico de la espada japonesa basado en la necesidad de adaptación a los usos bélicos y las tendencias y modas del momento, siendo esta
tipología muy característica y utilizada a finales del periodo Kamakura..
Al margen de su funcionalidad en el aspecto meramente bélico, la concepción de un ôdachi planteaba grandes problemas y dificultades y requería de gran habilidad por parte del maestro forjador, de
ahí que su proliferación no fuese excesiva independientemente de que en una determinada época fuera una tipología muy admirada. Son muchos los factores que intervienen en la correcta elaboración
de un ôdachi. La materia prima de acero de la que hay que partir para su forja es muy superior con respecto a la que se necesita para la de una hoja de unas dimensiones más “comunes”, tal
cantidad de acero y las dimensiones finales de la hoja influyen de forma directa en que el tiempo, la habilidad y el coste requerido sea extraordinario. La técnica es fundamental en el martilleo
de una hoja tan grande, ya que debe ser preciso, rápido y uniforme y para conseguir tales objetivos, se necesita movilizar y coordinar a un número importante de ayudantes de forma adecuada, en
unas instalaciones especiales con utensilios específicos, para evitar que una mala técnica y gestión del trabajo lleve al traste el resultado final del proceso de forjado, pues es evidente que
procesos como el templado requieran de tratamientos especiales, como tanques de extinción de mayor tamaño y técnicas de pulido particularmente diferentes a las empleadas con una hoja de
dimensiones menores ya que la maniobrabilidad no puede ser la misma.
Dejando de lado los aspectos formales del fundamento de la producción de estas hojas y centrando el estudio en el uso y la relación del bushi con estas armas, es evidente que su manejo y porte difería del que se pudiera hacer con un arma de dimensiones menores. A la hora de portarlo, el llevarlo ceñido al obi podía ser una empresa tremendamente complicada e improductiva, sobre todo en las hojas de dimensiones mayores. En un principio se conoce por ejemplos de grabados que se podían llevar acoplados en la espalda, pero esta opción es muy probable que tan sólo se limitara a recorridos largos y no en los que su uso se requiriese de inmediato, pues llevar una espada en la espalda no es nada práctico a la hora de batallar ya que desenvainarla desde esa posición es tremendamente complicado y nada funcional, sobre todo si hablamos de armas tan grandes. Por esto la teoría más aceptada a la que se evolucionó y se generalizó su uso es que tales armas se llevaban en la mano, por uno o varios hombres en función del tamaño y que de igual modo eran esgrimidas por uno o varios hombres en función de la opción de manejo que permitiese el tamaño del arma, llegando incluso y se tiene constancia de ello al menos durante el periodo Momoyama, a existir una persona que podía llegar únicamente a encargarse de retirar la saya para dejar la hoja al descubierto con la rapidez necesaria que pudiese llegar a requerir la acción.
El gran tamaño de estas hojas también influía en el estilo combativo, siendo muy diferente del practicado con armas como el tachi o el posterior uchigatana; sus acciones se basaban en amplios y sencillos movimientos ascendentes, descendentes y horizontales que permitían barrer poderosamente todo lo que se encontrase en su radio de acción
Con el tiempo la importancia del ôdachi fue decayendo, siendo decisivo el año 1615 en el que tuvo lugar la guerra de Osaka-Natsuno-Jin con Ieyasu Tokugawa y Mitsunari Ishida, poniéndose fin a un importante periodo de guerras, en este punto y quizá porque su funcionalidad más allá de los grandes y abiertos campos de batalla quedaría prácticamente extinta, su importancia fue desapareciendo en detrimento del auge de armas más versátiles y manejables a pesar también de ser armas largas como el nagamaki y la Naginata.
A parte de estos factores meramente utilitarios, a partir de este periodo de hegemonía Tokugawa, el gobierno emitió una serie de leyes que prohibían portar armas de unas determinadas dimensiones, por lo que ante la imposición de tal prerrogativa muchas nôdachi y ôdachi fueron acortadas para adaptarse a las medidas impuestas por ley, siendo por tanto este otro motivo por el que actualmente han llegado tan pocos ejemplos.
Por estos dos principales factores, usos prácticos y legislación, es en el periodo Edo cuando prácticamente de forma definitiva estas grandes espadas quedan
relegadas a ser ofendas a templos shintoistas y deidades y aunque su uso práctico desapareciese casi por completo han llegado hasta la actualidad como un legado transmitido de generación en
generación como objetos de alta dignidad, sagrados o con la consideración de espadas divinas recibidas directamente como regalos de los dioses.
Habiendo desarrollado las particularidades técnicas y los principales usos del ôdachi es
necesario hacer lo mismo con el llamado Nôdachi 野 太
刀, y así realizar una adecuada
comparativa que permita aclarar ese error tan generalizado en la designación de estas espadas de gran formato. Vistas las diferencias lingüísticas y las correctas interpretaciones de los
caracteres que conforman cada palabra, se debe decir que el nôdachi también es una gran espada cuyo uso se realiza a dos manos. El término como se dijo puede ser traducido como espada de campo,
pero a pesar de esta diferenciación lingüística los matices por los que difieren son muy sutiles llegando en ocasiones a manifestarse que ambas palabras vienen a significar lo mismo. La confusión
entre los dos términos radica en que ambas palabras tienden a identificarse con “muy grande”, pero habría que matizar que el uso originario de nôdachi era un término empleado para referirse a
cualquier espada larga que se hallase en el campo de batalla incluyendo el característico tachi. Esta interpretación se distorsionó y se comenzó a utilizar erróneamente la palabra para todas la
espadas más largas de la norma incluidas las que son excepcionalmente largas y que como hemos visto son ôdachi.
Morfológicamente la tipología nôdachi tiene la misma apariencia que un tachi con la diferenciación de que es considerablemente más largo. Llevado por la infantería fue diseñado como un arma de guerra contra la caballería con la intención de ser usada en los enfrentamientos a campo abierto.
El nodachi era de uso común en batalla a campo abierto pues debido a su gran longitud era difícil de usar en interiores o en espacios confinados. Sin embargo resultó ser un arma muy eficaz contra la caballería aunque su uso no era demasiado común pues como se ha señalado a la hora de hablar del ôdachi las hojas de estas dimensiones mayores suponían muchos más problemas a la hora de ser forjadas, siendo por tanto armas como la naginata o el nagamaki más empleadas y convencionales para este tipo de usos a pesar de lo cual se sabe de la eficacia de estas nôdachi contra la caballería por el nombre específico de zanbatô con las que en ocasiones se las denominaba y que se podría traducir como "cortadoras de caballos". Al margen de su demostrado potencial bélico estas espadas se portaban en la espalda con orgullo en tiempos de paz como símbolo incuestionable de estatus social.
Tanto el nôdachi como especialmente el ôdachi dejaron de tener un uso práctico a partir del periodo Edo por la desaparición de las batallas a campo abierto, pero es reseñable como algunas escuelas kôryu mantuvieron vivo su uso, tales son el caso de Kage Ryu no-dachi de Kyushu, Nodachi Jiken ryu de Satsuma y Koden Enshin ryu Ô-dachi.
En la actualidad este tipo de armas de gran tamaño despiertan gran admiración por sus dimensiones sobrecogedoras y su aspecto poderoso tan cautivador, siendo además protagonistas en muchos de los comic manga tan en auge motivo por el cual son tan populares sobre todo entre los jóvenes y los occidentales.
Texto de: Antonio Clemente.
20-Junio- 2012.